Felipe González
Felipe GONZÁLEZ(Biografía extraída de la Fundación Felipe González)
Felipe González Márquez es una de las figuras políticas clave de la historia de España en la segunda mitad del siglo XX. Protagonista destacado de la transición democrática, fue el tercer presidente del Gobierno de España desde la reinstauración de la misma a finales de los años setenta y ha sido el presidente que más tiempo ha permanecido en el cargo (cuatro legislaturas en trece años y medio).
La modernización de España y su completa integración en el concierto europeo tuvieron lugar en sus años de Gobierno, entre 1982 y 1996. Aunque actualmente está retirado de la profesión política, el ex presidente continúa activo en diversos focos de actualidad del ámbito europeo y latinoamericano.
Nacido en Sevilla en 1942, es padre de tres hijos y abuelo de siete nietos. Estuvo casado de 1969 a 2008 con Carmen Romero López y actualmente lo está con Mar García Vaquero en segundas nupcias desde 2012. Aficionado a la buena mesa, le encanta cocinar y la fotografía. Es conocida su devoción por la naturaleza y el cultivo de bonsáis, aunque no tanto otra de sus pasiones: el diseño de joyas y muebles. Se relaja con una partida al billar, un buen libro o trabajando y tallando piedras, además de reconocerse como un lector empedernido y entusiasta del flamenco. Con la curiosidad intacta, sigue manteniendo vivo su afán por conocer de todo.
1942-1974
Nacimiento – Secretario General PSOE
“El socialismo puede ser definido en grandes líneas como la profundización del concepto de la democracia”.
Felipe González nació el 5 de marzo de 1942 en el barrio de Bellavista de Sevilla (España). Hijo del tratante de ganado Felipe González Helguera y de Juana Márquez Domínguez, fue el segundo de cuatro hermanos.
Cursó el bachillerato en el colegio de los Padres Claretianos y el preuniversitario en el Instituto San Isidoro. Posteriormente cursó la carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla, licenciándose en 1965, y asistió el año previo a un curso de Economía en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica).
Durante sus años de estudiante colaboró con las Juventudes Universitarias de Acción Católica y las Juventudes Obreras Católicas. En 1962 se afilió a las Juventudes Socialistas, en el momento de su reorganización clandestina en Andalucía. Dos años después, ingresó en las filas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) -y al año siguiente ya formaba parte del comité provincial del partido-, que estaba prohibido en España desde el final de la Guerra Civil en 1939 y cuyos dirigentes históricos operaban en el exilio. Su actividad se desarrolló, por tanto, en la clandestinidad, y en 1971 su participación en manifestaciones contrarias al régimen del general Franco le acarreó una detención policial.
Obtenido el título de abogado, abrió un bufete especializado en litigios laborales, lo que le permitió conocer de primera mano los problemas de los trabajadores en los años del desarrollismo de la dictadura franquista. Desde el bufete se dedicaría también a impulsar la implantación de la UGT en la capital y pueblos sevillanos.
En 1969 contrajo matrimonio en Sevilla con Carmen Romero López, profesora de instituto, militante socialista y sindicalista en la UGT con la que tendría tres hijos: Pablo (1972), David (1973) y María (1978).
González ingresó en el Comité Provincial del PSOE de Sevilla en 1965, en 1969 accedió al Comité Nacional y en 1970 fue elegido miembro de la Comisión Ejecutiva. En esos años se iniciaba un movimiento de renovación en las filas socialistas. En agosto de 1972, en representación de la Ejecutiva del interior (PSOE Renovado), que pugnaba con la Ejecutiva del exterior (PSOE Histórico, integrado por los veteranos del exilio y encabezado por el secretario general desde 1944, Rodolfo Llopis), participó en el XXV Congreso del partido, celebrado en la localidad francesa de Toulouse. Dos años después, en octubre de 1974, el XXVI Congreso, reunido también en Francia, en Suresnes, le elegiría para la Secretaría General, que se encontraba vacante desde la cita de Toulouse debido a las divisiones internas.
1974-1982
Secretario General PSOE – Presidente del Gobierno
“El líder político ha de procurar que los anhelos y los sueños, en especial los de los jóvenes, encuentren su lugar en la democracia representativa que se expresa en las urnas”.
Felipe González, conocido por sus camaradas como Isidoro, tenía 32 años y, además, contaba con el apoyo de las máximas figuras de la socialdemocracia europea, como el italiano Pietro Nenni, el sueco Olof Palme y el alemán Willy Brandt, quienes hicieron valer su peso en la Internacional Socialista para que ésta reconociera al PSOE Renovado como el legítimo representante del socialismo español.
Tras la muerte de Franco en noviembre de 1975, instalado ya en Madrid junto con su familia, pasó a liderar una parte de la oposición española al frente de la Plataforma de Convergencia Democrática, que en marzo de 1976 se fusionó con la Junta Democrática de España que animaban el Partido Comunista de España (PCE) dando lugar a la Coordinación Democrática, más conocida como la Platajunta.
En el XXVII Congreso socialista, en diciembre de 1976 en Madrid y primero de los celebrados en España desde la Guerra Civil, González fue ratificado como Secretario General.
En febrero de 1977 el PSOE fue legalizado por el gobierno de Adolfo Suárez y Felipe González pudo concurrir a las primeras elecciones generales democráticas, de carácter constituyente, el 15 de junio de ese mismo año. El PSOE obtuvo el 29,2% de los votos y 118 escaños, colocándose como la segunda fuerza del Congreso de los Diputados, superando amplísimamente los resultados del PCE (9,3% de votos y 19 diputados).
En el XXVIII Congreso, el 17 de mayo de 1979, González presentó una ponencia transformadora. Por ello dimitió y una gestora interina se hizo cargo de la dirección. Pero en septiembre del mismo año, un Congreso Extraordinario le repuso en la Secretaría General con el 86% de los votos y además vio refrendada su propuesta de renunciar a la ideología marxista por la socialdemocracia reformista: unos postulados que pretendían hacer del PSOE un partido moderno e interclasista, como en el resto de Europa. No en vano, desde el 7 de noviembre de 1978 González era vicepresidente de la Internacional Socialista, donde entró a colaborar directamente con su presidente, el ex canciller Willy Brandt.
En las elecciones legislativas del 1 de marzo de 1979 (I Legislatura), el PSOE se consolidó como una alternativa de gobierno alcanzando el 30,5% de los votos y 121 diputados. El aumento progresivo de los apoyos al Partido Socialista hizo que en las elecciones municipales de ese mismo año, apenas un mes más tarde, el 3 de abril, el PSOE ganara en más de un millar de municipios y pasara a gobernar muchas de las principales ciudades de España.
1982-1996
Presidente del Gobierno
“La acción política de progreso consiste en la capacidad para articular respuestas eficaces, conjuntas y solidarias a través del diálogo, del acuerdo y de la participación”.
La crisis progresiva de la UCD y el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 agudizan en la opinión pública la necesidad urgente de un cambio político. Se convocan elecciones generales para el 28 de octubre de 1982 y el PSOE obtiene una victoria arrolladora con el 48,3% de los sufragios y 202 diputados, la primera mayoría absoluta de un partido. Nunca antes un partido de izquierda había recibido tantos votos en solitario en España y, hasta la fecha, es el resultado más abultado para una formación política desde el periodo democrático iniciado bajo la Constitución de 1978.
El 2 de diciembre de 1982, Felipe González es investido en las Cortes presidente del primer Gobierno socialista en la historia de España con 207 votos a favor, 116 en contra y 21 abstenciones (II Legislatura).
Haciendo bueno el lema “Por el Cambio” ondeado por el PSOE durante la campaña electoral, la llegada al Gobierno de los socialistas alumbró en amplios sectores de la sociedad española esperanzas de mejoras y transformaciones a todos los niveles, en un país que en numerosos aspectos arrastraba un considerable retraso en relación con las democracias más consolidadas de Europa occidental.
En esta primera legislatura de gobierno, con abundantes decisiones ejecutivas y novedades legislativas, los socialistas desarrollaron una política orientada, por un lado, a profundizar y asentar la democracia, y, por otro lado, a impulsar una importante serie de reformas, que llevaron a bautizar estos años como la “década del cambio” y permitió crear un nuevo clima de confianza ciudadana en las instituciones. En el terreno social, el país empezó a experimentar claros progresos para cimentar el Estado del Bienestar. De una parte, se modernizaron los tramos escolares básicos mediante la Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE) de julio de 1985, a la que siguió en octubre de 1990, ya en la tercera legislatura socialista, la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), que reestructuró la enseñanza secundaria y universalizó la educación pública gratuita hasta los 16 años. De otra parte, se desarrolló un amplio sistema de Seguridad Social integral y sostenido por las cotizaciones de los afiliados. La Ley General de Sanidad (1986) reguló el funcionamiento de un Sistema Nacional de Salud que brindaba asistencia sanitaria pública, gratuita, universal y de alta calidad. El nuevo marco cambió el modelo de sanidad pública en España: la prestación del servicio dejó de depender de la cotización de los trabajadores, es decir, dejó de concebirse como un seguro social, y se reformuló como un derecho ciudadano universal, de carácter ineludible. Asimismo, se aprobó la Ley Orgánica 9/1985 de Reforma del Código Penal, la despenalización parcial del aborto y se llevó a cabo la delicada reforma y profesionalización del Ejército, denominada “transición militar”.
En el ámbito económico el Gobierno desató en el sector productivo unas reformas estructurales que consideraba ineludibles para la modernización del país. El elemento más visible de este proceso fue la reconversión industrial en sectores como el de la siderurgia, la construcción naval o la industria química.
Los gobiernos socialistas se caracterizaron por el pragmatismo económico y una política social activa, que les llevó a ganarse la confianza la patronal, sin olvidarse de los sindicatos, con quienes firmaría un Acuerdo Económico y Social (1984), si bien es cierto que, más adelante, se convocarían hasta cuatro huelgas generales (en 1985, 1988, 1992 -esta de media jornada- y 1994: contra la reforma de las pensiones, contra el plan de empleo juvenil y la política económica del Gobierno, contra la reforma laboral, y contra la reforma del subsidio de desempleo, respectivamente).
En los últimos años de su administración, el parque de empresas del Estado experimentó un proceso de racionalización directiva, en aras de la modernización y la competitividad del sistema productivo nacional, que asumía la mentalidad empresarial en el mercado común europeo altamente competitivo y ponía énfasis en la eficiencia de los holdings públicos que tenían encomendada la gestión de las compañías.
En cuanto a relaciones internacionales, los gobiernos de González confirieron el impulso definitivo a la apertura al exterior iniciada por los primeros gobiernos democráticos. Su estrategia internacionalista tuvo su definición máxima en la inserción en las estructuras euro-atlánticas, rechazando el unilateralismo y la no alineación.
El 20 de junio de 1983, se desplazó en visita oficial a Washington, donde fue recibido por el presidente Ronald Reagan. Éste, según hizo constar en su diario, vio en su huésped español a un “agudo, brillante, con personalidad, joven, moderado y pragmático socialista”. La buena comunicación y los deseos de entendimiento volvieron a presidir los nuevos encuentros con el presidente estadounidense en 1985, el primero en mayo en Madrid y el segundo en septiembre, en Washington.
Cumpliendo con un compromiso electoral, González convocó para el 12 de marzo de 1986 el referéndum sobre la OTAN. Éste no tenía carácter vinculante y sólo era consultivo, pero corría el riesgo de convertirse en un plebiscito sobre la gestión del Gobierno; si lo perdía, su situación, con las elecciones generales a la vuelta de la esquina, se tornaría muy comprometida. Además, se había producido un cambio de posición de su gobierno respecto de la OTAN, ya que el PSOE se había manifestado en contra de su ingreso antes de entrar en el Gobierno. La decidida implicación del presidente, resultó decisiva para el vuelco de la opinión del electorado, que finalmente aprobó la permanencia en la OTAN en las condiciones fijadas por el Gobierno. El sí a la OTAN ganó con el 52,5% de los votos.
Y apenas tres meses después, el 22 de junio de 1986, se celebraron nuevamente elecciones con un resultado positivo, ganándolas con el 44,1% de los votos y 184 diputados, volviendo a gobernar con mayoría absoluta en la III Legislatura.
La piedra angular de su política exterior fue la entrada en las Comunidades Europeas, una meta perseguida por todos los gobiernos españoles desde 1962, aunque sólo con verdadero ahínco, una vez removidas las desconfianzas y reticencias propias del nacionalismo franquista, a raíz de la solicitud oficial presentada por Adolfo Suárez en 1977. Para los gobiernos de la democracia, resultaba indispensable superar la marginación secular de España en el concierto económico y político europeo.
El 12 de junio de 1985, tras seis años de arduas y sinuosas negociaciones, en las que Madrid hubo de abrazar el ámbito jurisdiccional del Consejo de Europa, adaptar sus estructuras productivas sometidas a proteccionismo y vencer las resistencias francesas por la competencia que entrañaba el potente sector agrario español, González firmó en el Palacio Real de Madrid el Acta de Adhesión a la Comunidad Económica Europea (CEE), la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM). El ingreso formal en las Comunidades Europeas tuvo lugar el 1 de enero de 1986, a la vez que la incorporación de Portugal.
El 29 de octubre de 1989, transcurridos siete años desde su llegada al poder, volvieron a celebrarse elecciones y el PSOE reeditaría un nuevo éxito con el 39,6% de los votos y 175 diputados (IV Legislatura).
Entre la primera presidencia de turno del Consejo, en el primer semestre de 1989, y la segunda, en el segundo semestre de 1995, el peso específico de España y la influencia de González en la nueva Unión Europea (desde noviembre de 1993) fueron parejos a su adscripción a las tesis más europeístas. En mayo de 1993 fue galardonado con el Premio Carlomagno, que recogió en la ciudad alemana de Aquisgrán por su contribución a la unidad europea. Era el tercer español en recibir este prestigioso premio, después del pensador y diplomático Salvador de Madariaga en 1973 y del rey Juan Carlos en 1982. En 1994 los gobernantes europeos barajaron seriamente al socialista español como el líder idóneo para sustituir al socialista francés Jacques Delors al frente de la Comisión Europea, pero descartó esta posibilidad, refutando a quienes pensaban que no iba a desaprovechar una oportunidad para abandonar el Gobierno y entrar por la puerta grande de Europa.
El relanzamiento de las relaciones diplomáticas de España durante los 14 años de gobierno socialista excedió con mucho el contexto euro-atlántico. España se convirtió en un país que inspiraba confianza tanto a árabes como a israelíes, un país que podía hacer de puente intercultural por haber sido en el pasado patria multisecular y de convivencia entre musulmanes y judíos. De hecho, fue su gobierno, en enero de 1986, el que reestableció las relaciones diplomáticas con Israel reconociéndolo como Estado. Esta singular dualidad fue reconocida con la elección de Madrid como la sede de la histórica Conferencia que, bajo la égida de Estados Unidos y con el patrocinio compartido de la URSS, puso en marcha el proceso de paz en Oriente Próximo. Tan importante evento se desarrolló en el Palacio Real de Madrid entre el 30 de octubre y 1 de noviembre de 1991. Al mismo asistieron, además de las delegaciones israelí, jordanopalestina, egipcia, siria y libanesa, sus dos copatrocinadores, los presidentes Bush y Gorbachov.
En América Latina, España tuvo una implicación importante en los procesos de paz para Centroamérica tras la creación del Grupo de Contadora y de su Grupo de Apoyo. Entre 1989 y 1991 González figuró en el grupo de “presidentes amigos” que prestó sus buenos oficios para el resultado positivo del proceso de paz de El Salvador. En enero de 1992 González, en tanto que testigo de la ceremonia, tuvo una presencia destacada en la firma en Chapultepec (México) de los Acuerdos de Paz por el presidente Alfredo Cristiani y la guerrilla del FMLN que pusieron término a 12 años de sangrienta guerra civil.
Por otro lado, los lazos políticos y culturales entre España y el subcontinente adquirieron una dimensión multilateral con la activación de las Cumbres Iberoamericanas, la segunda de las cuales tuvo lugar en Madrid el 23 de julio de 1992, en el emblemático año del Quinto Centenario. En el aumento de la presencia y de la influencia españolas en Sudamérica desempeñaron un papel determinante las cordiales relaciones personales, marcadas por la afinidad ideológica dentro de la Internacional Socialista, de Felipe González con los presidentes socialdemócratas de Venezuela -Carlos Andrés Pérez-, Perú -Alan García Pérez-, Bolivia -Jaime Paz Zamora- y Brasil -Fernando Henrique Cardoso-, amén del radical argentino Raúl Alfonsín y el colorado uruguayo Julio María Sanguinetti.
No podemos olvidarnos de 1992 que fue para España el año de las grandes celebraciones: los Juegos Olímpicos en Barcelona, la Exposición Universal de Sevilla y el Quinto Centenario del descubrimiento de América. Esos acontecimientos de éxito indiscutible situaron a España dentro del reducido círculo de naciones con reputación de solidez y modernidad. Pero además fueron, de manera muy directa, el motor de la modernización de las infraestructuras de esas dos ciudades, aunque ello también redundó en beneficio de toda España. Es el caso, por ejemplo, del tren de Alta Velocidad (AVE) Madrid-Sevilla, que inició la revolución del transporte ferroviario.
El 6 de junio de 1993 se celebraron elecciones generales anticipadas que, por vez primera desde 1982, colocaron al PSOE en una mayoría simple (38,8% de los votos y 159 diputados) que hizo precisa la búsqueda de apoyos parlamentarios en los partidos nacionalistas moderados que gobernaban en Cataluña (CiU) y el País Vasco (PNV) para asegurar la gobernabilidad de la V Legislatura.
En diciembre de 1995, en la recta final de su mandato y coronando la presidencia semestral española del Consejo de la UE, el protagonismo exterior de España fue muy destacado. El día 3 Madrid fue el escenario de la firma de la Nueva Agenda Transatlántica con Estados Unidos, junto con el presidente Bill Clinton y el presidente de la Comisión Europea Jacques Santer; los días 15 y 16, de la firma del Consejo Europeo que aprobó el nombre de euro para la futura moneda común europea; y el día 15, de la firma por los respectivos ministros de Exteriores del Acuerdo Marco Interregional de Cooperación entre la Comunidad Europea y el MERCOSUR. Poco antes, el 27 y el 28 de noviembre, Barcelona había acogido la I Conferencia Euromediterránea (CEM), evento que supuso el nacimiento del Partenariado Euromediterráneo y el arranque del llamado Proceso de Barcelona.
El 14 de diciembre de 1995, además, Felipe González, en tanto que presidente de turno del Consejo Europeo, representó a la UE en la solemne firma en París del Acuerdo General para la Paz en Bosnia-Herzegovina adoptado el mes anterior en Dayton, Estados Unidos, por los tres presidentes ex-yugoslavos involucrados en el conflicto, el bosnio Alija Izetbegovic, el serbio Slobodan Milosevic y el croata Franjo Tudjman, máximos protagonistas de la cita. En la capital gala el presidente español compartió un testimonio garante con el presidente francés Jacques Chirac, el presidente Clinton, el canciller Kohl, el primer ministro británico John Major y primer ministro el ruso Viktor Chernomyrdin.
1996-2004
Expresidente y diputado
“La unidad europea no puede hacerse solo hacia dentro, sino también debe hacerse hacia fuera de Europa. El ser histórico de Europa consiste, precisamente, en volcarse hacia el mundo. Todo intento de construir una Europa cerrada en sí misma estaría condenado al fracaso, y, además, no serviría a los auténticos intereses europeos”.
El 3 de marzo de 1996 se celebrarían las elecciones para la VI Legislatura y Felipe González era candidato al Gobierno por séptima vez consecutiva. Tras cuatro legislaturas y trece años y medio como presidente del Gobierno, el PSOE perdió las elecciones con el 37,6% de los sufragios y 141 escaños, terminando su mandato en mayo de 1996.
Sin duda alguna, la crisis económica, el descontento con algunas de las medidas adoptadas, el desgaste tras muchos años de gobierno y el hartazgo de la población ante los escándalos y casos de corrupción del partido (como Filesa, Ibercorp, el caso Juan Guerra o Luis Roldán y la guerra sucia contra ETA, entre otros), con varias dimisiones de ministros, no sólo provocaron un duro enfrentamiento con la oposición, sino que también minaron la confianza de los electores en el PSOE y en su gobierno y se tradujeron en una derrota electoral.
A partir de ese momento, como expresidente, desarrolló una intensa actividad, tanto en Europa como en América Latina, donde era asidua su participación en seminarios y conferencias, en aquél entonces muy enfocados a analizar el fenómeno de la globalización y sus desafíos.
En diciembre de 1996 encabezó en Belgrado el equipo de la OSCE que investigó las denunciadas irregularidades en las elecciones municipales serbias y asumió también labores de mediación entre el régimen de Milosevic y la oposición democrática. Posteriormente, en marzo de 1998, el Grupo de Contacto para Kosovo lo designó enviado conjunto de la OSCE (como representante personal de su presidente en ejercicio, el ministro de Exteriores polaco Bronislaw Geremek) y de la UE (como representante especial del Consejo, que aprobó el nombramiento en junio bajo la Presidencia británica) para mediar en el conflicto que vivía la provincia de mayoría albanesa bajo soberanía serbia, pero el ex gobernante español no llegó a ejercer su misión porque las autoridades de Belgrado se negaron a recibirlo.
El 20 de junio de 1997 anunció su renuncia a la Secretaría General del PSOE en el arranque del XXXIV Congreso. En las elecciones de 2000 (VII Legislatura) renovaría su acta de diputado en el Congreso, pero no por Madrid, sino por Sevilla. Esta sería su última legislatura ya que no volvería a presentarse en las elecciones del 14 de marzo de 2004. A pesar de no ser diputado ni ostentar cargos dentro del partido, nunca ha estado desvinculado del PSOE y ha colaborado con sus órganos de dirección siempre que así se le ha solicitado.
A finales de 1998 se reprodujo la situación de 1994 con Delors al acercarse la hora del relevo del luxemburgués Jacques Santer como presidente de la Comisión Europea. A pesar de ser propuesto por el Gobierno socialista de Portugal y por el propio Delors, declinó entrar en la lid de candidaturas insistiendo en que no quería ocupar ningún cargo de naturaleza institucional.
En 1999 abandonó la vicepresidencia de la Internacional Socialista, que ostentaba desde 1978, pero antes la organización lo designó responsable de la Comisión sobre Progreso Global, con la misión de redactar un nuevo manifiesto del ideario socialdemócrata en respuesta a la globalización. El texto, visto como una síntesis de la Tercera Vía del británico Tony Blair y el socialismo más clásico del francés Lionel Jospin, sirvió de base para la Declaración que cerró el XXI Congreso de la Internacional Socialista, celebrado en París en noviembre de 1999. Al hilo de la anterior Comisión, también se creó la Fundación Progreso Global en cuya presidencia estuvo al frente hasta el año 2009.
En octubre de 2001, bajo el impacto de los atentados del 11-S, Felipe González fue uno de los 35 líderes mundiales en activo o retirados que participaron en Madrid en la Conferencia sobre Transición y Consolidación Democráticas (CTCD), evento que fue inaugurado por Mijaíl Gorbachov. De la CTCD surgió, en mayo de 2002, el Club de Madrid, un extenso marco de encuentro de algunos de los gobernantes retirados más conocidos del liderazgo internacional.
2004-Actualidad
Exdiputado
“Gobernar no significa solamente estar atento a las curvas del camino; gobernar es guiarse al mismo tiempo por el perfil del horizonte, tener bien claro un rumbo a largo plazo, una perspectiva que otorgue pleno sentido a los afanes cotidianos. Gobernar es aferrarse con ilusión y esperanza a ese rumbo, a sabiendas de las dificultades iniciales, a sabiendas de que aunque no se alcance plenamente el horizonte debe bastarnos la humilde seguridad de que cada paso correcto nos acerca a la meta de una España mejor para todos”.
Como expresidente, pudo ingresar como consejero nato o vitalicio en el Consejo de Estado, pero renunció a ser miembro. Asimismo, el rey Juan Carlos le ofreció un título nobiliario, como ya había hecho con Suárez -convertido en duque-, pero lo declinó amablemente por razones de coherencia personal y política.
Alejado de la vida política española, seguía inmerso en una densa agenda internacional. En 2005 medió discretamente entre el Gobierno colombiano de Álvaro Uribe y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) para sacar adelante un acuerdo de paz que finalmente no se concretó. En 2006 desarrolló una labor similar entre los gobiernos de Irán y Estados Unidos en un intento de acercar posturas en el conflicto sobre el programa nuclear iraní.
El 27 de julio de 2007 el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, a propuesta del ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, lo nombró Embajador Extraordinario y Plenipotenciario para la Conmemoración de los Bicentenarios de la Independencia de las Repúblicas Iberoamericanas.
El 14 de diciembre de 2007 los jefes de Estado y de Gobierno de la UE, reunidos en Consejo Europeo en Bruselas, designaron a su colega español retirado presidente del Grupo de Reflexión sobre el futuro de Europa, también llamado Comité de Sabios. Formado por nueve personalidades de reconocido prestigio político, empresarial y académico (en octubre de 2008 el Consejo Europeo amplió su número a doce), el Grupo de Reflexión se constituyó con la encomienda de estudiar y proponer respuestas a los retos a que la Unión hará frente a largo plazo, concretamente en el horizonte de los años 2020-2030.
En febrero de 2009 pasó a formar parte del nuevo Consejo de Política Internacional y Cooperación del PSOE, concebido para apoyar la labor del Ministerio de Exteriores.
De diciembre de 2009 a diciembre de 2012 fue Presidente del Consejo de Participación del Espacio Natural de Doñana, órgano colegiado de carácter predominantemente consultivo y deliberante adscrito a la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía.
Desde diciembre de 2010 hasta mayo de 2015, fue consejero independiente en el Consejo de administración de Gas Natural Fenosa.
Asimismo, ha fundado empresas como Ialcon Consultoría en 2001 y Tagua Capital en 2011, una gestora de fondos de inversión en sectores como salud, energía y tecnologías de la información, que no sigue en activo.
En diciembre de 2014 el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, le otorgó la nacionalidad colombiana. Y en relación con este país, Felipe González no sólo se ha implicado como mediador en su proceso de paz con la guerrilla de las FARC a lo largo de muchos años -tanto a nivel político como personal-, sino que ha sido una de las personalidades -junto con el Centro Internacional de Toledo para la Paz o los expresidentes José Mujica y Ricardo Lagos, entre otros- que promovieron la candidatura de Juan Manuel Santos al Nobel de la Paz (2016) tras la firma de los acuerdos de paz.
Desde marzo de 2016 asume la titularidad de la Cátedra iberoamericana ‘José Bonifacio’ de la Universidad brasileña de São Paulo, la mayor universidad de Latinoamérica. El objetivo de esta cátedra, creada en 2013, es el de reforzar las “relaciones iberoamericanas” con la ayuda de personalidades del mundo de la cultura, la economía y la política.
En diciembre de 2013 se registraba la Fundación que lleva su nombre y que se pondría en marcha a finales de 2016 con el objetivo de poner a disposición de todos los ciudadanos su archivo documental además de organizar y apoyar actividades y proyectos que contribuyan a la igualdad de oportunidades y ofrezcan herramientas para enfrentarnos como sociedad a los retos del siglo XXI.
Felipe González es miembro de varias instituciones y fundaciones, ya sea en su modalidad de miembro de honor o patrono, como la Association Jean Monnet, el Club de Roma, la Fundación Alternativas, el Real Instituto Elcano, la Fundación Barenboim-Said, la Fundación Círculo de Montevideo, la Fundación Ernest Lluch, la Fundación Tomas Meabe, el Consejo editorial del Grupo Prisa o la Cátedra de Estudios Iberoamericanos Jesús de Polanco, entre otras.
Además ha sido condecorado con la Gran Cruz de la Orden de Cristo de la República Portuguesa, la Gran Cruz de oro al mérito por la República de Austria, la Medalla de Honor de Madrid, es Caballero del Collar de la Orden de Isabel la Católica y es Hijo Predilecto de Sevilla y de Andalucía, entre otras distinciones, además de ser Doctor “Honoris Causa” por las Universidades de Lovaina, Toulouse y Tel-Aviv.
También ha publicado varios libros, entre los que se encuentran Qué es. El Socialismo (1976), Memorias del Futuro. Reflexiones sobre el tiempo presente (2003), Mi idea de Europa (2010) o En busca de respuestas. El liderazgo en tiempo de crisis (2013).
En la actualidad reparte su tiempo entre conferencias, atendiendo a las demandas de consejo y ayuda de diferentes países -sobre todo de Europa y Latinoamérica- y trabajando en su taller y en el campo.