Los resultados de la Cumbre Unión Europea- América Latina y Caribe, celebrada el 10 y 11 de mayo en Viena, han servido para analizar el largo camino recorrido desde la simple consideración por Bruselas del subcontinente americano como zona de “países no asociados”, a la constitución de una asociación estratégica entre las 58 naciones que a ambos lados del Atlántico comparten historia, cultura, lenguas y valores.
Si esta realidad puede considerarse un salto revolucionario en la calidad de las relaciones, o si por el contrario América Latina sigue sin ser un área prioritaria para la Unión Europea y todavía queda mucho por hacer es lo que eurodiputados, representantes de la Comisión y del Consejo, del mundo empresarial, de la universidad, y de las embajadas iberoamericanas han debatido durante dos días en la sede de las Instituciones europeas en la capital de España.
Los expertos y analistas han prestado también una especial atención al esfuerzo inversor español en Latinoamérica, a los mecanismos de cooperación de las Cumbres Iberoamericanas, a la puesta en marcha de la Secretaria General Iberoamericana, y a los difíciles procesos de integración regional de América del Sur y Central, en un momento de nueva definición de poderes en la región, tras la mejora de los datos macroeconómicos, pero con la persistente y desgraciada enorme brecha social entre pobres y ricos.
Como contribución especial a la lucha contra la desigualdad, Daniel Filmus, Ministro argentino de Educación, ha defendido su política de canje de deuda por educación, y el Secretario de Estado español para la Unión Europea, Alberto Navarro, el incremento de los fondos del Banco Europeo de Inversiones para América Latina.
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